Sigüenza en tren otoñal

La Asociación de Amigos del Ferrocarril de Madrid organiza de vez en cuando viajes en su propio tren. Un material histórico de la década de los 60, retirado y mantenido con el apoyo de sus socios y simpatizantes. La Suiza es un tren eléctrico, nos llevó desde Chamartín, bien tempranito, hasta Sigüenza. El baño funcionó bien, doy fe de usarlo. 🙂

Recorrimos sus calles, visitamos la Catedral con la tumba del Doncel de Sigüenza, la Plaza Mayor y su mercadillo ambientado en lo medieval, como todo el casco histórico, el Castillo reconvertido a Parador Nacional, la muralla y sus puertas. Y todo con muy buen tiempo, sin apenas frío e incluso mucho calor! Había mucha gente por doquier, a la hora de comer estaba todo a tope pero nos dimos un buen homenaje gastronómico en la Casa del Doncel, cordero o cochinillo, al gusto de cada uno, una selección de entrantes y unos buenos postres compartidos entre todos. Que bueno estaba el cochinillo confitado! Y los postres? que buena estaba la torrija con piña seca, y la trufa, y la tarta de manzana…

Cayendo la tarde nos acercamos de nuevo a la Estación de Sigüenza. Faltaba aún mucho para que saliera el tren de vuelta y como si hubiese comido poco, aún me entró un donuts con una cafelito ‘para el mareo’ en la cantina de la propia estación. Con un poco de espera y con el paso de una locomotora de mercancías a toda leche por la estación, la 335 decían, nos subimos de nuevo a ‘la Suiza’ para regresar cayendo la noche a Madrid. Un día completo, visitas culturales, arquitectura y costumbres, alguna comprilla y mucho cachondeo. Cansaditos llegamos a casa por la noche.

Que curioso, no tenía hambre. Ni pizca. Pero por si a media noche me entraban remordimientos me comí un mordisco de queso y dulce. El azúcar es bueno para reponerse de las cuestas empedradas.

SaludoX y hasta otra, trenecito